martes, 10 de agosto de 2010

CONCEPTOS Y NOCIONES BÁSICAS DE LA ARGUMENTACIÓN


La argumentación es un tipo de discurso expositivo que tiene como finalidad defender con razones o argumentos una tesis, es decir, una idea que se quiere probar; o sustentar una hipótesis. Es también el arte de organizar juicios para persuadir o disuadir a un auditorio; la Teoría de la argumentación es considerada una disciplina que estudia las diferentes técnicas discursivas que permiten acrecentar o disuadir a una, o muchas personas sobre la tesis que propone un orador o escritor.

Argumentar señala Wittgestein, es un juego del lenguaje y del pensamiento, es decir, una práctica lingüística sometida a reglas, que se produce en un contexto comunicativo mediante el cual pretendemos dar razones ante los demás o ante nosotros. Las razones que presentamos para justificar un hecho o dicho de otra manera, pretende tener validez intersubjetiva o susceptible de crítica y precisamente a través de ella para llegar a cuerdos comunicativos.

Argumentar es también, un "acto de habla", que puede ser complejo y requiere por lo menos de dos actos, uno que funciona como tesis y el otro que opera como argumento o premisa para una conclusión. Un argumento por el contrario es un micro "acto de habla", por lo tanto es menos complejo y su propósito es ilustrar, sustentar, justificar, aclarar, explicar. Cuando un argumento es incorrecto o sus razones son insuficientes, irrelevantes, apresuradas o dudosas estamos frente a una falacia. La falacia no es un error epistemológico, es un argumento deformado, pero al fin y al cabo argumento, que muchas veces es utilizado adrede.

Los sujetos capaces de lenguaje y de acción deben estar en condiciones no sólo de comprender, interpretar, analizar, sino también de argumentar según sus necesidades de acción y de comunicación.

Argumentar bien, significa expresar con claridad, coherencia, precisión y pertinencia las ideas para que los demás comprendan y acepten nuestra tesis. Se aprende a argumentar bien ejercitando la lógica informal, el diálogo y el debate abierto.

La argumentación, consta de tres momentos o etapas fundamentales:

Introducción de la idea que se pretende defender,

El desarrollo o argumentación global y

La conclusión, en la que se confirma la tesis.

La oratoria es una práctica argumental a pesar del énfasis en el conjunto de técnicas vocales que se emplean con el fin de lograr expresar de manera elocuente las ideas. De hecho el recurso más importante de la oratoria es la vocalización, consiste en el énfasis en la pronunciación y fluidez en la expresión. La argumentación en cambio, es lo dicho, lo enunciado conforme a una lógica del pensamiento e independientemente del medio físico o la técnica vocal.

Sin duda, un buen registro de voz, el uso apropiado del léxico, respectando las reglas sintácticas, pronunciando correctamente, haciendo inflexiones de voz o entonaciones apropiadas nos permiten presentar las ideas cualquiera que estas sean como si en verdad fueran importantes y seguramente termina siendo una magnifica fuente de apoyo a la hora de convencer. Pero en el mundo moderno, en la era de la globalización cuando ya no hay gurus del conocimiento por este se ha democratizado no es determinante la vocalización sino la razón.

La Elocuencia es la Facultad de hablar o escribir de modo eficaz, para deleitar, conmover o persuadir. Eficacia para persuadir o conmover que tienen las palabras, los gestos, los ademanes y cualquier otra acción o cosa capaz de dar a entender algo con viveza. Teniendo como referencia estas definiciones podemos inferir que la elocuencia es una facultad que poseen no todas las personas, por lo tanto, no es pensable pretender que todos lo seamos, tal pretensión es una mera utopía.

Sin embargo, todos podemos convertirnos en buenos argumentadores si expresamos con claridad y sobre todo, si estudiamos las reglas de la lógica discursiva; en otras palabras, argumentamos en forma convincente cuando utilizamos las razones apropiadas para expresar y sustentar nuestras opiniones fuertes. Es decir cuando hacemos buen uso de las operaciones del intelecto como las nociones, los conceptos, las proposiciones, las categorías y las tesis. Y por supuesto de las herramientas intelectuales como la deducción, la inducción, el análisis, la inferencia, la síntesis, la analogía y la predicción.

La argumentación es razonamiento, inferencia y su propósito es convencer, hacer cambiar de ideas, actitudes, acciones, decisiones de un interlocutor.

Ella fue cultivada en la antigüedad por los griegos, Cicerón, Marco Tulio, refinó el arte de la composición, la ironía, la inventiva y la argumentación en sus discursos políticos, lo que le proporcionó la admiración no sólo de sus contemporáneos sino también de los intelectuales clásicos modernos que estudian sus tratados y sus cartas; siendo los Sofistas los más grandes exponentes, del arte de argumentar, aunque su error fue su desprecio por la verdad. De ahí las demoledoras críticas de Sócrates, Platón y Aristóteles, quienes también fueron brillantes en el arte de argumentar.

En todo proceso argumentativo operan tres acciones:

La interpretativa que consiste en comprender el sentido de un texto o un discurso;

La propositiva o acción crítica y creativa

La argumentativa propiamente dicha o capacidad de sustentar una idea mayor.

Estas acciones son expresadas a través del razonamiento analógico, basado en la comparación; el razonamiento deductivo que se expresa, sacando conclusiones particulares de hechos o situaciones globales; el razonamiento inductivo que fluye de los hechos concretos hasta constituir situaciones generales, el razonamiento silogístico o razonamiento deductivo de la lógica proposicional.

La argumentación, tiene que organizar las razones a favor o en contra del problema o tesis que se defiende. Pero no es el propósito del acto de argumentar realizar demostraciones e decir, estamos frente a dos categorías diferentes aunque no la una incluye a la otra.

Cuando argumentamos, proferimos un conjunto de expresiones lingüísticas conectadas en forma lógica, de tal forma entre ellas hay una coherencia. Argumentar es, entonces, un conjunto de razones, de proposiciones utilizadas en un proceso comunicativo, llamadas premisas, que justifican o apoyan otra, llamada conclusión, que se deduce, de algún modo, de aquella. Toda argumentación supone un grupo de razones ordenadas en donde la conclusión se infiere de unas premisas y el nexo que hay entre éstas y aquellas se denominan inferencia.

Sin duda la competencia argumental es fundamental para alcanzar la paz en un país como el nuestro azotado por la violencia, infectado de intolerancia, como resultado de la intolerancia ideológica y politiquería, todos nuestros conflictos no pueden ser resueltos a punta de bala.

El uso de la argumentación es múltiple, atraviesa todas las esferas de la vida en una sociedad democrática. Argumenta el político, el vendedor para promocionar sus artículos, el jurista para ganar un pleito, líder para conseguir seguidores, el científico para defender sus hipótesis, el profesor para convencer a los jóvenes de la importancia de ser agentes de una revolución cultural y moral, el padre de familia para persuadir a su hijo de la importancia de la formación en la universidad, etc.

Desde luego, para tener éxito en cualquier actividad que requiera del buen uso del discurso o del debate, hay que leer mucho, comprender e interpretar los textos. Argumentar es una actividad imprescindible a la hora de presentar los resultados de un trabajo de investigación. En todos los casos una buena sustentación se aprende leyendo esencialmente a los grandes clásicos de la ciencia, la filosofía, la política, la economía, el derecho. Porque estos son unos verdaderos tratados de lógica humanista.

En el ámbito universitario convencer a un jurado calificador de una monografía, una tesis o un trabajo de indagación resulta fácil si se ha entrenado en la competencia argumentativa. Polemizar con un docente, discutir sus tesis deja de ser una situación de miedo y por el contrario se convierte en una valiosa oportunidad para demostrarle al profesor que el "alumno" también tiene luz propia y disentir con él deja de ser un problema peligroso sino un ejercicio de racionalidad práctica.

Convencer es el fundamento de la argumentación y se logra por medio de la deducción o la inferencia, de esta manera se consigue explicar unos conocimientos por medio de otros, de tal manera que las tesis son comprobadas racionalmente con fundamento en afirmaciones o negaciones, falseadas o verificadas. Por eso, Tanto a Kant, como a Popper, les preocupó el tema de la argumentación, el buen uso de ella y recomendaron, que sí queremos conformar una sociedad razonable es necesario que aprendamos a distinguir con claridad lo que es un conocimiento científico, es decir razonado y no el producto de las simples creencias y convicciones personales, políticas o religiosas impuestas sin ningún fundamento.

Razonar es un proceso mental que permite relacionar ideas o juicios. Siempre que partimos de dos premisas o afirmaciones que determinan una conclusión tenemos entonces una inferencia o deducción. La conclusión puede presentarse al comienzo, en la mitad o al final del texto. En todos los casos las premisas son el punto de partida de la inferencia y el fundamento para la conclusión.

El razonamiento es un proceso lógico que conduce al conocimiento verdadero a través de razonamientos válidos regidos por normas. Un razonamiento es analógico cuando se basa en la comparación y la relación existente entre los elementos; el razonamiento deductivo, contrario al inductivo, implica extender a casos particulares las situaciones contenidas en un razonamiento general.

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